La contaminación hace que el agua limpia esté cada vez más lejos
La ley de servicios públicos ordena a los prestadores optimizar procesos para garantizar tarifas socialmente responsables, pero con el paso del tiempo hallar fuentes limpias implica ir a sitios cada vez más alejados.
Detrás del agua que sale de la llave en los hogares de los valles de Aburrá y San Nicolás hay un extenso proceso técnico para la potabilización y el abastecimiento. Además, y aunque buena parte de los usuarios no lo sepa, EPM busca constantemente fuentes hídricas que permitan atender la creciente demanda de ese servicio en Medellín, Rionegro y sus municipios aledaños.
Esa búsqueda hace que el proceso sea cada vez más difícil y costoso, y se explica porque a periodos de sequía cada vez más largos, se suma el problema de que fuentes, tomas y embalses se ven afectados por la contaminación como consecuencia de la expansión de zonas urbanas y actividades agrícolas.
“Nuestra fuente mejor protegida, pero también una de las más pequeñas y susceptibles al cambio climático, es Piedras Blancas. Esto se debe a que para ella se compraron, antes de que existiera EPM, grandes extensiones de bosque para protegerla, lo que hoy conocemos como el parque Arví. Eso ha garantizado que las cuencas conserven una muy buena calidad”, asegura Juan Camilo Hernández Díaz, ingeniero sanitario vinculado a la Unidad Producción Aguas de EPM.
Fotografía EPM
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